No nos andemos con paños calientes, una "zona de exclusión aérea" con las características de la aprobada ayer, en la que se legitiman todos los medios posibles para defender a la población civil, es lo que es, ni más ni menos una declaración de guerra por parte de la ONU contra el régimen de Gadafi.
Supongo que habrá quien se muestre alarmado o quien simplemente plantee por qué no se aplica el mismo poder coercitivo contra quien utiliza las resoluciones de la ONU como eficaz sustituto del papel higiénico o que tal vez dude de la veracidad de la represión del tipo que se muestra dispuesto a entrar en Bengasi "como Franco entró en Madrid" (curioso que se iguale con un golpista) y claro también están mis amigos que no saben distinguir una resolución de la ONU de una acción internacional unilateral llevada a cabo por un grupo de países con intereses comunes, pero bueno con ellos ya contábamos.
No se trata de olvidar la aquiescencia con la que Occidente miraba el régimen libio hasta hace unas semanas, tampoco de negar los atropellos isrelíes, se trata de saber si permanecemos impertérritos ante la represión por parte de un ejército regular contra un grupo de insurgentes pobremente armados que reclaman unos derechos cívicos que les han sido vilmente negados, contéstense a esta cuestión y sabrán cual es su postura moral ante estos hechos.
Con respecto a las bravatas del pollo y de su prole acerca del poco miedo que les infunde la resolución, en fin, mejor que conteste Homer.
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