sábado, 20 de agosto de 2011

La ciencia sin límites y la ética sin Dios.

Poco noticioso puede extraerse de los discursos que, hasta el momento, ha pronunciado Joseph Ratzinger en su turbulenta estancia en Madrid, sí llama la atención (por la reiteración que no por la novedad) su llamamiento ante los avances de la "ciencia sin límite", llama la atención hasta el punto de preguntarse que límites deben ser puestos a la ciencia.

Nos preguntamos de que naturaleza deben ser estos límites por los que aboga el vicario de Roma, ¿límites éticos o no sólo eso?, más bien tenemos la sospecha de que el Sr. Ratzinger considera sobrepasado el "límite" cuando un hecho científico contradice o, al menos, pone en cuestión los principios sobre los que se ha edificado la Iglesia católica. Insistimos que este mensaje no es nuevo, muchos, desde Darwin a Galileo, han visto cuestionadas sus teorías cuando éstas chocaban, no contra unos principios éticos que podríamos considerar universales, si no contra los dogmas de fe promulgados desde el Vaticano. Sería grato que nos aclarara pues de que naturaleza son estos límites que pretende imponer.

También ha incidido en la falta de valores consecuencia del alejamiento popular del mensaje cristiano, nos preocupa que el Sr. Ratzinger tenga en tan baja estima al género humano en su conjunto, se deduce de sus palabras que considera al individuo sin capacidad de ser amado per se, necesita incluir a Dios en la ecuación para justificar el cariño fraternal, de nuevo en esto debemos disentir, desde aquí no necesitamos a ningún ser divino para respetar a nuestro prójimo, ojalá algún día le suceda lo mismo a Herr Ratzinger, al margen de sus creencias personales.